Viviendo en Nueva Zelanda

Llegué en mayo de 2023 con una visa Working Holiday que me permite vivir un año en Nueva Zelanda, yo trabajo remoto, al menos por este periodo, de modo que mi intención es conocer parte del país, de la cultura, viajar por diferentes ciudades, hacer trekking, conocer gente, ir a eventos en las oficinas de Google, en fin, todo lo que me gusta hacer, pero estando en otro país. Así como me apasionan las tecnologías digitales y su uso en contextos educativos, también me apasiona viajar, soy una persona de alma aventurera a la que le gusta estar en constante movimiento y en constante apendizaje.

La ciudad elegida para vivir fue Auckland y desde aquí me voy moviendo por otras partes, pero siempre tengo donde llegar y un espacio fijo para trabajar, mi escritorio desde donde día a día me conecto con docentes de México, Perú y otros países con los que trabajamos en nivelA. 

Me gusta vivir en Auckland, ver la Sky Tower desde cualquier lugar, sus luces que cambian según el contexto, un día puede ser en conmemoración de algún acontecimiento, alguna celebración o los colores de la bandera de los equipos que juegan en el mundial femenino, otro día solo está iluminada o multicolor, así que tiene su encanto.

Lo mejor es que hay muchos parques y áreas verdes, algunos dentro de la ciudad, como Mount Eden, Cornwall Park, Auckland Domain y algunos parques regionales un poco más alejados, pero de fácil acceso, con bosques, montes, playa, vistas espectaculares, ovejas... ¡Sí! ovejas por doquier. Quienes dicen que en Auckland no hay nada que hacer, es porque no se han dedicado a pasear por todos sus encantos naturales. Eso sí, saliendo de Auckland, es un mundo verde con paisajes preciosos, y si van a la isla sur recordarán el hermoso sur de Chile. Viviría en cada ciudad de Nueva Zelanda si fuera posible, no podría decir que una es mejor que otra, porque son todas muy diferentes.

Me gusta ir a parques, reservas, playas, caminar por el bosque, el monte, la arena, pero también me gusta caminar por la ciudad, llegar al viaducto Harbour, a Winyard Quarter, a Westhaven Marina y observar la cantidad impresionante de yates y embarcaciones que navegan en sus aguas, bajo el precioso cielo de este país, que deslumbra con su brillo y nubes en movimiento, grandes arcoiris dobles y cálidas puestas de sol, cuando estás con suerte, porque de lo contrario, las nubes oscuras amenazan con la imparable lluvia que tanto he visto este invierno.

Algo que me encanta es la cantidad de jardines botánicos que hay en Nueva Zelanda, de momento sólo he ido al de Auckland y al de Hamilton, pero quisiera poder visitar varios más, son realmente encantadores y bien mantenidos, de acceso gratuito y abiertos a toda la comunidad, de modo que las familias acuden a pasar un momento agradable y pueden llevar a sus mascotas a las zonas autorizadas. Qué lindo es salir a pasear, un día caminas por los jardines y al siguiente subes al cono de un volcán parar tener una vista panorámica de la ciudad. De eso se han tratado mis días en este viaje de larga estadía.

Para cerrar, quisiera decirles que viajen, lo que más puedan, y que disfruten el camino, sin embargo, sé que no es la pasión de todos así que cambiaré el discurso y les diré que hagan lo que sueñan, lo que les encanta, lo que les apasiona y lo que más desean, porque eso es lo lindo de la vida, esa es la felicidad, y no, no es fácil ni es gratis, menos si tienen altas expectativas, pero si tienen convicciones y se esfuerzan cada día por lograrlas, estarán dando pequeños pasos que los llevarán a su gran destino final.